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PROPÓSITO DE AÑO NUEVO

  • Foto del escritor: Sinestesias
    Sinestesias
  • 11 ene 2018
  • 2 Min. de lectura

El 11 de enero de 2016 era lunes, mi último día de vacaciones de Navidad antes de reincorporarme al trabajo. La noche anterior, como buena dormilona, me metí en la cama alegrándome de no tener que poner la fastidiosa alarma de las 07.25 para ir a trabajar…Eran ya más de las diez cuando desperté. Aún en la cama, encendí el móvil con los ojos casi cerrados y recibí varios wasaps de mi mejor amigo: “Jo, Sonia, qué pena lo de Bowie…”. En ese momento se me encogió el corazón. Automáticamente, saqué un brazo de debajo del edredón y alcancé a encender la radio. No podía creer que estuviese ocurriendo: David Bowie había muerto el 10 de enero tras 18 meses de intensa lucha contra el cáncer. La noticia me sobrecogió. Esa mañana no conseguí salir de la cama, quedé paralizada. Debajo del edredón, acompañada de la radio y de una profunda tristeza, no hice otra cosa que leer las noticias y los mensajes de despedida. Como canta Nacho Vegas “hay días en que valdría más no salir de la cama” y el 11 de enero acabó siendo uno de ellos.


Su último disco, Blackstar, se había publicado apenas dos días antes de su fallecimiento, el 8 de enero de 2016, coincidiendo con su 69 cumpleaños. Hasta entonces, yo solo había escuchado Blackstar y Lazarus, sus dos adelantos, y los vídeos me habían producido escalofríos, especialmente el segundo, en el que se veía a Bowie cantando con los ojos vendados, retorciéndose y levitando en una cama de hospital. Era como si ya nos estuviera cantando desde el más allá… Después de su muerte y de que se confirmara que había hecho Blackstar como regalo de despedida, a modo de réquiem, las sensaciones que me habían producido esos dos temas cobraron más significado, tanto que a día de hoy aún no he sido capaz de escuchar el disco entero.


Nunca llegué a ver a Bowie en directo. Llevaba más de 10 años retirado de los escenarios y yo deseaba con todas mis fuerzas que volviera a subirse a ellos. Con el anuncio de su vuelta y de su nuevo disco volvía a haber esperanzas; desgraciadamente no fue así… Amigos amantes de la música, ¡no hay mejor momento que el presente para ver a vuestro artista o grupo favorito en directo!


El año pasado, el Festival de Jazz de San Sebastián anunciaba la presencia en su 52ª edición del cuarteto de Donny McCaslin, saxofonista perteneciente a la banda de jazz con el que Bowie había grabado Blackstar, ¿casualidad? Ese fue mi pequeño consuelo. La sombra de Blackstar estuvo muy presente en el concierto (había leído que la grabación del disco había sido una experiencia transformadora para toda la banda), y el homenaje a David Bowie llego con una versión instrumental de Lazarus que me tuvo con los ojos vidriosos y la piel de gallina hasta el último segundo…


Después de dos años, he decidido que ya va siendo hora de escuchar Blackstar, así que ese será uno de mis propósitos para este 2018. ¿Y vosotros? ¿Cuáles son vuestros propósitos musicales para este año?


Sonia Arroyo

Rocío Vicente

 
 
 

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